La guerra ha cumplido tres años en suelo europeo. Es el cenit del invierno y más del 80% de las instalaciones energéticas en Ucrania han sido blanco de las bombas rusas. La población, aparte del terror del conflicto, debe soportar temperaturas bajo cero sin los recursos suficientes para calentarse. Los hospitales sufren la falta de insumos básicos, ni las sábanas se pueden lavar porque no hay cómo encender la lavadora.
En este contexto, Madrina está preparando un convoy de ayuda humanitaria que partirá de Madrid hacia el Donbás, la región del este de Ucrania que concentra los frentes de combate.
La lista de necesidades urgentes que han enumerado los colaboradores de Madrina en el terreno contiene peticiones como la leche de fórmula, pañales, empapadores, gasas, camillas y mucho material sanitario y quirúrgico desechable. Los elementos requeridos superan la cuantía de 60.000 euros.
Sin duda, el elemento de mayor urgencia es un autobús con capacidad para más de 50 personas, que está siendo requerido por el ejército para evacuar a los civiles de las localidades cercadas por las tropas del Kremlin.
Desde hoy y hasta finales de marzo, cuando se espera que arranque el convoy, ejecutaremos una campaña de recolección de fondos para llevar tantos artículos como sea posible a las zonas de conflicto. Viajaremos por tierra cargados enseres y portando un mensaje: tres años de guerra no han debilitado el apoyo que brinda Madrina a las familias ucranianas golpeadas por la guerra.
«Nos encargaremos de llevar la ayuda hasta las comunidades vulnerables que ahora mismo no viven en condiciones óptimas. Tenemos que unirnos en una voz de solidaridad para que en Ucrania sepan que no están solo en un momento de incertidumbre por no saber cómo acabará la guerra o tan si quiera si acabará pronto» concluye, Conrado Giménez Agrela, presidente de la Fundación Madrina.
