Las mujeres ucranianas, el alma y pilar, la última resistencia que sostiene el país y sus hijos. El Grito Roto de la Infancia: cuando la inocencia se convierte en objetivo militar.
Madrid, 11 de junio de 2025.- El 9 de mayo de 2025, el mundo sigue conteniendo el aliento ante la brutalidad de una guerra que desgarra Ucrania, mientras Rusia celebra su Día y mes de la Victoria. Lo que comenzó como un conflicto en la penumbra de las tensiones geopolíticas, se ha transformado en una herida abierta que sangra vidas inocentes, especialmente las de los más vulnerables, mujeres, niños y ancianos.
La semilla de este conflicto se sembró mucho antes de la invasión a gran escala de febrero de 2022. La desintegración de la Unión Soviética dejó tras de sí una Ucrania independiente, cuya identidad y aspiraciones europeas chocaron frontalmente con la visión de Rusia de un espacio postsoviético bajo su esfera de influencia. Las tensiones se intensificaron con la Revolución del Maidán en 2014, cuando el pueblo ucraniano derrocó a un gobierno prorruso. La anexión de Crimea por parte de Rusia y el apoyo a los separatistas en el Donbás marcaron el inicio de una guerra latente que, ocho años después, explotaría en una invasión a gran escala, justificada por Rusia como una «operación militar especial» para «desmilitarizar y desnazificar» Ucrania. Sin embargo, para la mayoría del mundo, y para los ucranianos, fue el inicio de una guerra de agresión, una lucha por la supervivencia de una nación soberana.
La infancia, pilar fundamental de la sociedad y futuro de la humanidad, se ve hoy amenazada actualmente por un abanico de agresiones que impiden su desarrollo, su dignidad y su derecho a una vida plena. La violencia contra los niños en esta guerra es una realidad alarmante que exige esfuerzos para prevenirla y garantizar que cada niño pueda vivir una vida libre de abuso físico, mental, emocional y sexual.
Como ejemplo de ello, indicar que en 2023, el Grupo Wagner, organización paramilitar de origen ruso, cofundada por Dmitry Utkin y Yevgeny Prigozhin en 2014, contactó en varias ocasiones con la Fundación Madrina para determinar dónde se encontraban los niños ucranianos de un orfanato rescatados por la entidad en suelo ucraniano, al considerar que esos niños ahora eran rusos.
Como estos niños, decenas de menores son acogidos trimestralmente por Madrina para pasar unos días de descanso y sanación, muchos de ellos huérfanos, robados por Rusia, y vueltos a rescatar por Ucrania. Madrina ha visto la secuela de la guerra en sus ojos, en sus reacciones y en sus miedos.
La ferocidad de los ataques contra el pueblo ucraniano, mujeres, niños y ancianos, ha alcanzado niveles nunca vistos anteriormente: en un genocidio silencioso
Ha habido últimamente una escalada de la ferocidad de los ataques sin precedente, (ISW, junio 2025). Rusia lanzó 1,240 drones y misiles en mayo de 2025, el 70% contra blancos civiles. Incluso el gobierno de Polonia reporta más de 13 ataques fronterizos con víctimas mortales desde enero de 2025, uno de ellos en el centro de la capital polaca, producido por un grupo paramilitar ruso, su justificación “Polonia está ayudando demasiado a Ucrania”, lo que está haciendo mella en la población local y en el gobierno.
Testimonio de una voluntaria española en Ucrania, Marika
El testimonio de Marika, una de nuestras voluntarias y colaboradoras en la región de Sumy, Rawa, Ruska, Lviv, Shostka, Krolevets y Hlukhiv, dibuja un retrato crudo y a la vez inspirador de la resiliencia ucraniana. Su viaje, motivado por una deuda de gratitud con el hospital de Hlukhiv que salvó la vida de un amigo gravemente herido por un dron kamikaze, se convirtió en un testimonio de la devastación y la necesidad extrema. Tras un arduo periplo de cuatro días para cruzar la frontera y sobrevivir a un bombardeo con casi 400 proyectiles, en un solo ataque, se entregó ayuda humanitaria vital, pero se constataron carencias abrumadoras: desde prótesis y andadores especiales para unas niñas mellizas, hasta medicación básica para hospitales de primera línea como el de Hlukhiv que, con solo 320 camas, atiende a más de mil heridos a escasos 7 kilómetros del frente ruso, por donde entró la invasión hace 3 años.
En un hospital de campaña, Marika, nuestra voluntaria como la llaman cariñosamente los niños ucranianos, saluda a los médicos y enfermos, ofreciendo material sanitario, tuvo la siguiente experiencia conmovedora que muestra el espíritu indomable ucraniano. Ivan, un joven que perdió la pierna por una granada de dron, dos días antes, intenta levantarse, magullado, para saludarla. «Soy ucraniano y quiero levantarme para saludarle y darle las gracias por no olvidarnos«, replica.
Furgonetas y autobuses de rescate, material de higiene y sanitario es lo que lleva nuestra voluntaria. Marika, una alta ejecutiva que empezó sola trayendo familias desde Ucrania, se unió al primer mes después de la guerra y ahora colabora con «Madrina» y otras voluntarias como Massa, quien llega hasta las trincheras, sorprendiendo a soldados con la presencia de mujeres y niños que no quieren separarse de sus maridos, hermanos o hijos, para darles comida y apoyo. La escena más recurrente son las caravanas de sus héroes muertos, que regresan por los caminos, y hacen que nuestras mujeres se arrodillen a su paso, como si fuera la cofradía de un paso de Semana Santa. El silencio corta la sangre y te hace llorar.
El gran rol de la mujer ucraniana: “las mujeres la última resistencia y esperanza del país”
El 80% de los voluntarios humanitarios son mujeres, y el 57% de las mujeres pertenecen al personal médico. Unas 60,000 mujeres sirven en las Fuerzas Armadas, un 15% en unidades de combate, movilizadas desde hace un año.
Para Madrina, y nuestra voluntaria Marika, el relato subraya una realidad a menudo invisible: el rol fundamental de las mujeres. «Son ellas, las mujeres, el pilar que sostiene el país«, no solo sostienen psicológica y con alimentos a los combatientes, a los que no quieren dejar solos, sino que crían a sus hijos bajo el terror de las alarmas, siendo el único y último motor de la resistencia civil. Organizan ingeniosas recaudaciones de fondos —llegando a pintar artísticamente los restos de misiles para subastarlos— con los que financian la labor humanitaria más esencial, ya que carecen de todo. “Sufren en silencio la angustia de no saber si sus maridos, padres o hermanos que ya no contestan al móvil”, pero “se mantienen firmes para preservar la unidad familiar y la esperanza”. «Son las encargadas de llevar la familia unida, de educar, de recaudar fondos y, sobre todo, de seguir luchando por su cultura, su lengua y su historia; y lo hacen con mucho orgullo».
Madrina: una larga historia de solidaridad con Ucrania
Tres años después del inicio del conflicto, Fundación Madrina mantiene su responsabilidad con las familias, mujeres y niños víctimas del pueblo ucraniano, habiendo enviado hasta la fecha cerca de 1.000 toneladas de ayuda humanitaria, que incluye el envío continuo de material sanitario, material ortopédico pediátrico, generadores, ambulancias, autobuses, salvaescaleras y ecógrafos para orfanatos, hospitales y centros de atención. También se ha distribuido ilusión y juguetes a todos los niños ucranianos cerca de trincheras. Todo ello se realiza a través de equipos de voluntarios ucranianos que viajan directamente al terreno, entregando a familias que viven cerca de la zona de conflicto y de las trincheras de guerra.
Para los residentes ucranianos en España, la Fundación Madrina también ha desarrollado un programa integral de apoyo que abarca desde el rescate directo de más de 3.000 familias en zonas de conflicto hasta su reasentamiento en los «Pueblos Madrina» del entorno rural español, donde reciben alojamiento, alimentación, asistencia médica y apoyo psicológico.
Actualmente, los voluntarios desplazados a Ucrania han identificado necesidades urgentes como trajes ortopédicos para niños y adolescentes mutilados, andadores especiales para niños con patologías al nacer, leche de fórmula, pañales, empapadores, gasas, camillas, sábanas, batas, guantes y pijamas quirúrgicos, así como más generadores eléctricos, ambulancias y autobuses para hospitales en zonas próximas cerca del frente, todo ello puede verse en la web de la entidad madrina.org/retos.
Cifras globales de acogida:
Según fuentes de la UE, España ha recibido 192,000 refugiados ucranianos, de los que un 40% son menores según Eurostat, 2025). Las ONGs españolas han enviado 4,700 toneladas de ayuda a Ucrania (Coordinadora ONGD España).
Sin embargo, según la OCHA, las necesidades urgentes se cifran en $3.9 mil millones requeridos para la debida asistencia humanitaria en 2025. Cabe señalar que más de 3.2 millones de personas carecen de acceso a agua potable en todo el este de Ucrania. Sin duda, estas cifras oficiales reflejan la magnitud de la tragedia que vives en terreno.
Un Holocausto Silencioso: Crónica de una Nación que se niega a rendir
Se estiman decenas de miles de bajas militares en ambos bandos. Ucrania ha reportado consistentemente cifras de muertos y heridos que superan con creces las de Rusia, aunque las cifras exactas son un secreto militar. Fuentes occidentales de inteligencia, como las del Reino Unido, han sugerido que Rusia ha sufrido cientos de miles de bajas, entre muertos y heridos, desde el inicio del conflicto.
Más de 6.5 millones de ucranianos han sido desplazados internamente, y más de 6 millones han huido a países vecinos, convirtiéndose en refugiados. Las mujeres y los niños representan la inmensa mayoría de estos desplazados. Por su parte, nuestros voluntarios aprecian la brutalidad de los ataques rusos contra objetivos civiles. Los hospitales ucranianos reportan un flujo constante de civiles con heridas graves, incluyendo amputaciones, resultantes de ataques indiscriminados y explosiones. Se estima que miles de niños han sufrido mutilaciones, algunos de ellos perdiendo extremidades vitales.
Las Cicatrices Invisibles: el kit de supervivencia emocional para los niños y niños que nunca volverán a serlo por problemas de salud mental. Crisis de Salud mental infantil:
1 de cada 3 niños ucranianos requiere apoyo psicológico urgente para evitar una generación perdida. Más allá de los números, el verdadero horror de esta guerra reside en sus efectos psicológicos, somáticos y humanos, especialmente en los más vulnerables.
El 75% de los niños en zonas de combate presentan síntomas de TEPT grave (ansiedad, mutismo, incontinencia) y solo el 12% recibe atención psicológica especializada debido a la destrucción de todos los servicios.
La voluntaria Marika, recién llegada de la frontera donde las tropas rusas iniciaron su incursión, comparte un testimonio desgarrador. «Los niños juegan. Normalizan la situación de guerra. Las sirenas son una constante en sus vidas, un telón de fondo macabro para sus juegos infantiles. Otros, somatizan comiendo compulsivamente, o se aíslan, incapaces de pronunciar palabra”. Hay adolescentes que, por el estrés, no pueden contener la orina por la noche, un trauma silencioso que los avergüenza. Miles de niños han sido mutilados, arrancados de una infancia plena.
La cifra de niños robados por Rusia, separados de sus familias y hogares, se estima en más de 19,546 niños ucranianos confirmados como deportados a Rusia (Reporte de la ONU, marzo 2025). Solo 386 han sido repatriados, un crimen de lesa humanidad que busca erradicar una generación.
10.2 millones de refugiados ucranianos (60% son mujeres y niños) han sufrido desplazamiento forzado (ACNUR), con 5.9 millones de desplazados internos, el 90% sobre zonas de alto riesgo (ACNUR, junio 2025). Más de 1.5 millones, han sido desplazados de sus hogares, hacia otros lugares en Ucrania o dispersos por el mundo, enfrentando un futuro incierto. Miles de niños son huérfanos, con la pregunta tras resonar cada sirena «¿dónde está mi padre, y mis hermanos?» cada niño intenta abrazar a su madre. Hay miles de niños heridos de gravedad, muchos con amputaciones y traumas permanentes (UNICEF, abril 2025) y niños confirmados muertos (OCHA Ukraine Civilian Casualties Report, mayo 2025).
Las madres, heroínas anónimas, preparan kits de supervivencia emocional para sus hijos: “el peluche favorito, las golosinas preferidas, el juguete que les da consuelo, para que las horas en los búnkeres sean menos angustiosos para los menores”. Miles de niños, se estima que más del 70% de los menores expuestos al conflicto, nunca volverán a serlo por los problemas de salud mental que esta guerra les ha impuesto, heridas que nunca sanarán. No comprenden lo que pasó ni a quién perdonar por las mutilaciones que los marcarán de por vida o por la pérdida de sus padres. Esos miles de niños robados por Rusia, algunos rescatados, regresan con problemas graves de salud mental que perdurarán.
La juventud y la adolescencia están siendo movilizadas, en un camino hacia un matadero. Sin embargo, “las mujeres son las verdaderas heroínas, quienes mantienen el ánimo de la población y de sus hijos, quienes nunca las verán llorar”. “Los niños juegan sobre montículos de destrucción, donde los tanques rusos dejaron su rastro. Otros, bailan con sus mejores galas delante de sus academias de baile destruidas por misiles”.
Han aprendido a sobrevivir en la clandestinidad digital: no quieren rendirse
Apagar el GPS, WhatsApp y otras aplicaciones para evitar ser detectados por drones y misiles rusos, es lo cotidiano de la mujer, niño y anciano ucraniano. Subir una foto en tiempo real a redes sociales puede delatar una posición. Los hospitales son objetivos militares, sin luz, generadores ni agua potable, todo es desechable. Iglesias, centros comerciales, casas y apartamentos son masacrados sin distinción, especialmente cuando se habla de conversaciones de paz.
La mención a las ciudades patrimonio destruido (Mariupol, Járkov) se sustenta con el último informe de UNESCO: 142 monumentos históricos ucranianos han sido reducidos a escombros. Rusia quiere aniquilar la Memoria histórica del pueblo ucraniano.
Destrucción de hospitales y escuelas: 5.3 millones de niños afectados
La normalidad son los constantes ataques a hospitales y escuelas según la OMS/UNESCO, con 1,284 centros médicos bombardeados (40% destruidos totalmente) y 2,576 escuelas dañadas o destruidas, afectando a 5.3 millones de niños sin educación regular (UNESCO, mayo 2025).
El ucraniano no se fía ya de Rusia, o más bien, de Putin. Diferencian a Rusia de sus gobernantes. La Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra Maria Lvova-Belova y Vladimir Putin por crímenes de guerra relacionados (CPI, marzo 2023).
El pueblo ucraniano ya no quiere rendirse, han llegado hasta aquí sin esperanza, y no les importa morir. Saben que un misil o un dron acabarán con ellos un día, pero un sentimiento de pertenencia y patria los impulsa. Ya no quieren huir, ni ellas ni sus hijos. No ceder un palmo de tierra. Saben que van a morir. Sienten el abandono de EE.UU., cuyo paraguas de defensa ya no los protege. Por eso, las últimas noches, han sufrido el impacto de más de 400 drones enemigos. La única esperanza reside en la ayuda humanitaria de Europa.
La Sombra de la Soberbia: Guerra y Paz. Madrina clama por una Paz justa
¿Hasta cuándo durará este absurdo conflicto de soberbia? La Oligarquía, para perpetuarse en el poder siembre sublima la maquinaria de guerra, externalizando un problema y generando una guerra. En su esencia, el poder busca su continuidad, y la guerra es, a menudo, el mecanismo para justificar su existencia y consolidar su dominio.
La fundación «Madrina» implora una paz justa y duradera para evitar el genocidio y la desaparición de un pueblo noble y familiar, lleno de niños, mujeres y ancianos. Un país de enorme cultura familiar, lo mejor de Europa, está siendo aniquilado. Ciudades que deberían ser Patrimonio de la Humanidad, como Mariupol o Járkov, han quedado reducidas a escombros, donde solo quedan piedras. Ni el derecho a recordar ha sobrevivido. Una guerra a base de drones que zumban los aires y matan sin avisar.
Las mujeres ucranianas, las auténticas sobrevivientes, luchan por la supervivencia de su pueblo, sus hijos y su cultura. El país más bello de Europa se desangra mientras una Europa, como Pilatos, se lava las manos, diciendo: «No soy responsable de la muerte de este inocente, haced lo que queráis con él». La sangre, tarde o temprano, salpicará a Europa, porque el poder del «oso viejo», cuando devore a su presa, seguirá con su aniquilación. El reciente atentado con víctimas polacas en un céntrico centro comercial de Varsovia, reivindicado por un supuesto grupo militar ruso con la excusa de que «Polonia está ayudando demasiado a los ucranianos», es una prueba de ello. Polonia, por su parte, ya está reduciendo su ayuda y dificultando el paso de ayuda humanitaria a Ucrania.
Sin duda, esta es la guerra de David contra Goliat. Un pueblo profundamente religioso y de gran tradición que ya no quiere hablar ruso, sino ucraniano. Su grito es «Libertad o Muerte». ¿Dejaremos que este pueblo inocente y heroico se desangre entre nuestras manos? La historia juzgará nuestra inacción.
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