Madrid, 18 de marzo de 2025 – La reciente DANA que ha azotado la Comunidad Valenciana ha dejado tras de sí un rastro de destrucción y, lamentablemente, ha puesto de manifiesto una serie de fallos que, desde mi perspectiva como literato, periodista de investigación y experto en emergencias humanitarias, merecen un análisis profundo y una respuesta contundente.
Las imágenes de calles anegadas, infraestructuras dañadas y familias desplazadas resuenan con la crudeza de una realidad que, pese a los avances tecnológicos y la aparente preparación, nos sigue golpeando con una fuerza implacable. No podemos conformarnos con lamentar los daños; debemos extraer lecciones y actuar con determinación para evitar que esta tragedia se repita.
La reciente DANA que asoló Valencia no fue una simple tormenta, sino un «Tsunami terrestre» que desnudó las fragilidades de nuestro sistema y la urgente necesidad de una gestión más eficaz y humana de las crisis. Como literato, periodista de investigación y experto en emergencias humanitarias, he presenciado y analizado tragedias, pero lo ocurrido en Valencia clama por una reflexión profunda y acciones inmediatas.
Fallos Técnicos: Infraestructuras Vulnerables y Planificación Insuficiente
La DANA ha expuesto la vulnerabilidad de nuestras infraestructuras. Sistemas de drenaje obsoletos, la ocupación del territorio con construcciones en zonas inundables y la falta de inversión en mantenimiento y mejora de infraestructuras críticas han sido factores determinantes en la magnitud de los daños. La planificación urbanística, en muchos casos, ha primado el desarrollo a corto plazo sobre la prevención a largo plazo, ignorando las advertencias de la naturaleza. La falta de sistemas de alerta temprana robustos y la insuficiente inversión en tecnología para la gestión de emergencias también han jugado un papel negativo.
La furia del agua, alcanzando hasta 800 litros por metro cuadrado en algunas zonas mientras otras permanecían secas, fue solo el preludio de una serie de errores que amplificaron la devastación. La apertura de compuertas de las presas por la Confederación Hidrográfica del Júcar, sin previo aviso, generó una ola de agua, barro, ramas y árboles que los vecinos describieron acertadamente como un «tsunami». Esta masa destructiva arrastró consigo no sólo infraestructuras, sino también los restos de bosques y humedales, cuya falta de limpieza, justificada por razones climáticas o ideológicas, se reveló como un grave error.
Fallos Políticos: La Urgencia Olvidada y la Falta de Visión
La mala praxis política jugó un papel nefasto. El temor a generar alarma y desgaste político llevó a retrasar las alertas, emitiéndose cuando ya se habían producido las primeras muertes. Una vez más, el tiempo se adelantó a las señales y a la respuesta de las autoridades. La ola tardó casi 2 horas en descender desde las primeras poblaciones de montaña hasta las últimas, pero los servicios de vigilancia y seguridad ciudadana no advirtieron a la población de su llegada, a pesar de que ya se contabilizaban víctimas.
La respuesta del Estado fue tardía e insuficiente. A pesar de la magnitud de la catástrofe, el Gobierno central no declaró el estado de alarma, como sí se hizo durante la pandemia. La movilización del ejército y la UME fue parcial y se produjo después de la visita del Presidente del Gobierno y del Rey a Paiporta, cuando la situación ya había desbordado los recursos locales. Los cadáveres yacían en las calles inundadas durante tres días sin ser recogidos, y personas atrapadas en sótanos y parkings durante el mismo periodo desaparecieron sin ser rescatadas.
La ayuda especializada y la coordinación nacional de las unidades de emergencia de toda España se impidieron hasta cinco días después de la tragedia, cuando ya era demasiado tarde para muchas víctimas. Bomberos, protección civil, ayuda humanitaria nacional, unidades de rescate, unidades militares y policiales fueron bloqueadas en un momento crucial.
La gestión política de esta crisis ha evidenciado una falta de visión estratégica y una respuesta reactiva en lugar de proactiva. La inversión en prevención, a menudo considerada un gasto superfluo en tiempos de calma, se revela ahora como una necesidad imperiosa. La coordinación entre administraciones, más allá de declaraciones públicas, debe ser una realidad constante y efectiva. Es necesario un compromiso político real y sostenido con la adaptación al cambio climático y la gestión del riesgo, que trascienda los ciclos electorales y se convierta en una política de Estado.
Fallos Humanos: La Brecha entre Alerta y Acción
Si bien los modelos meteorológicos pueden tener limitaciones, la gestión de la alerta y la respuesta ciudadana han evidenciado fallos significativos. La comunicación de riesgo, a menudo técnica y poco accesible, no caló lo suficiente en la población. Faltó una pedagogía del riesgo efectiva, que tradujera la amenaza en acciones concretas y comprensibles para todos. La evacuación, cuando se realizó, llegó tarde en algunos casos, y la coordinación entre administraciones y cuerpos de seguridad mostró fisuras. La improvisación y la falta de protocolos claros y ensayados se revelaron como obstáculos importantes.
La sociedad civil fue la salvación “solo el pueblo salva al pueblo”
Ante esta pasividad, la sociedad civil y los voluntarios se movilizaron para salvar vidas, despejar caminos y vías de acceso, y proporcionar alimentos a ancianos y personas vulnerables atrapadas. Ocho días después de la tragedia, se seguían sacando víctimas de los parkings, víctimas que nunca se sumaron a las cifras oficiales.
Valoración de los errores y recomendaciones para un Futuro Más Seguro:
Estos hechos, sumados a otros precedentes como la gestión de Filomena en Madrid y la respuesta inicial al terremoto en un país vecino, nos muestran un patrón preocupante. Asimismo, el «Tsunami terrestre en Valencia» en la DANA VALENCIA, puede resumirse en estos tres capítulos dramáticos que se repiten con cada catástrofe.
- La mala praxis y coordinación política y la falta de ayudas intercomunidades siempre ha generado y generará más muertes;
- La falta o nula coordinación entre administraciones de diferentes signos políticos obstaculiza siempre la ayuda.
- Los recursos y la previsión de riesgos se gestionan a nivel nacional, pero los estados de emergencia se declaran a nivel local, creando un desfase crítico.
Para evitar que la Dana de Valencia se convierta en un triste precedente, la entidad propone las siguientes recomendaciones críticas:
- Escalar el nivel de alerta y coordinación de catástrofes naturales al nivel nacional, desde el nivel local actual, donde se encuentran los recursos y la capacidad de respuesta y coordinación rápida.
- Establecer que las decisiones sobre estados de alerta sean responsabilidad de un comité de técnicos y no de políticos, evitando que el miedo al desgaste político prime sobre la seguridad ciudadana.
- Reconocer que la sociedad civil es fundamental en la respuesta a emergencias, facilitando su participación y coordinación con los servicios oficiales. Siempre se ha dicho y ahora con más fuerza “el pueblo salva al pueblo”.
- Que se realicen las inversiones necesarias para reconducir las presas y reconducir los cauces de los torrentes y ríos afectados de la Dana.
- Desalojar las áreas construidas bajo riesgo de inundación.
Cabe señalar que desde 1775, hay tratados como el de las Observaciones sobre Historia Natural del Reino de Valencia, donde se cuenta el efecto mortal de las riadas que constantemente bajan desde las montañas de Bañol con dirección a Chiva, pasado por Cheste, Quart, venta del Poyo, Torrent, Catarroja, y Albufera de Valencia. Se refiere en estos escritos que se sufrieron en cada una de ellas miles de desgracias personales y de casas.
A pesar de todos los conocimientos históricos y técnicos conocidos por los gobiernos centrales de España, responsables de las obras, y de los autonómicos, veladores de la integridad del pueblo valenciano, no se han acometido obras de arreglo e presas en mal estado ni se has desarrollado desvíos de los cauces de los torrentes más peligrosos, incluso con presupuestos aprobados para obras que nunca se realizaron.
La DANA en Valencia es un recordatorio brutal de que la naturaleza no espera, aunque sea un hecho que ocurre cada 30 años. Debemos aprender de nuestros errores, superar las divisiones políticas y priorizar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. El «tsunami terrestre» nos ha dejado una cicatriz profunda, pero también la oportunidad de construir un futuro más resolutivo y preparado para afrontar los desafíos del siglo XXI.
La DANA en Valencia debe ser un punto de inflexión. No podemos permitirnos la complacencia ni la inacción. Es hora de aprender de nuestros errores, de invertir en prevención y de construir un futuro más fuerte ante los embates de la naturaleza. La seguridad de nuestros ciudadanos y la sostenibilidad de nuestro territorio dependen de ello.
Junto a las recomendaciones críticas, se recomienda o sugiere lo siguiente:
- Educación y Concienciación: Implementar programas educativos a todos los niveles sobre riesgos naturales y cómo actuar ante ellos, desde la escuela y las empresas.
- Simplificar: simplificar y hacer accesible la información sobre alertas y protocolos de actuación.
- Inversión en Infraestructuras: Priorizar la inversión en la mejora y modernización de infraestructuras de drenaje y protección contra inundaciones. Revisar y actualizar la planificación urbanística, prohibiendo la construcción en zonas de alto riesgo y promoviendo la adaptación de las existentes.
- Sistemas de Alerta Temprana: Desarrollar e implementar sistemas de alerta y prevención temprana más precisos y eficaces, utilizando tecnología de vanguardia, incluyendo la IA y garantizando su difusión masiva y comprensible por medios telemáticos.
- Protocolos de Actuación Claros: Establecer protocolos de actuación claros y coordinados en todo el territorio nacional y entre todas las administraciones y cuerpos de seguridad, realizando simulacros periódicos para garantizar su eficacia.
- Compromiso Político a Largo Plazo: Asumir un compromiso político real y sostenido con la prevención, destinando recursos adecuados.
- Acoger la participación ciudadana: promoviendo la colaboración entre administraciones y la participación ciudadana de los voluntarios.
- Investigación y Desarrollo: Fomentar la investigación y el desarrollo en tecnologías y estrategias para la gestión de riesgos naturales, aprendiendo de cada evento y adaptando las medidas preventivas.
Memoria de Hechos que pasaron
1. Se sabe que hubo hasta 800 litros m2 en algunas zonas de montaña, y en otros municipios en la llanura no llovió;
2. La confederación hidrográfica del Júcar abrió todas las compuertas de las presas sin avisar de que lo hizo, a pesar del riesgo que esto suponía para las comarcas presas abajo, lo que produjo una devastación de más de 100 km;
3. Que esa apertura provocó una ola que los nativos han denominado hasta ahora como «TSUNAMI TERRESTRE» de agua, barro, ramas y árboles;
4. Que el mayor daño producido vino del arrastre de la materia viva, restos de bosques y humedales, que nunca se limpiaba por razones ecológicas o ideológicas;
5. Que la mala praxis política hizo que, por miedo a un desgaste político, esperaron demasiado tiempo y no avisaron con tiempo suficiente, es decir, avisaron cuando ya había muertos. Como siempre en las catástrofes, el tiempo se precipitó y se adelantó a los acontecimientos y a las señales de alerta;
6. La ola o Tsunami tardó 2h en bajar desde las primeras poblaciones de montaña hasta las últimas de la Albufera y llanura, generando muertos a su paso. Ningún servicio de policía o de vigilancia y seguridad ciudadana, avisó de la llegada de la ola o «Tsunami terrestre»;
7. El Estado o Ministerio del Interior, no reconoció -como ocurrió en la Pandemia-, el Estado de alarma y de emergencia a pasar de la catástrofe y las primeras muertes, y no se movilizó ni el ejército y la UME, se hizo parcialmente, hasta después de la visita a Paiporta del Presidente de Gobierno y del Rey. Esta catástrofe se vio que desbordaron los medios y recursos de una Comunidad de Valencia y la de sus ayuntamientos;
8. Que los cadáveres yacían en las calles, llenas de agua y barro, durante 3 días, sin ser recogidos ni amparados los familiares; el ejército reportó recuperación de cadáveres hinchados por el agua entre vehículos y enterrados en subterráneos o barro, días después;
9. Que durante 3 días estuvieron personas atrapadas en sótanos y parking, desde donde se oían gritos de socorro, hasta que sus quejas desaparecieron totalmente sin lograr ser rescatados;
10. Que se impidió el auxilio especializado y la coordinación nacional de las unidades de emergencia de toda España, hasta 5 días después de la desgracia y semanas posteriores cuando ya era tarde, como bomberos, protección civil, ayuda humanitaria nacional, unidades de rescate, unidades militares y policiales;
11. Que, ante esta pasividad manifiesta de la administración, se movilizaron voluntarios y sociedad civil para salvar vidas y despejar los caminos y vías de acceso de suministros, para despejar entradas de inmuebles y brindar alimentos a ancianos y personas vulnerables que quedaron atrapados y mojados incluso en sus domicilios;
12. Que 8 días después de la desgracia se seguían sacando víctimas de parking (madrina fue testigo de ello con voluntarios cualificados como policías municipales), víctimas que nunca llegaron a sumarse al número total de las víctimas de la Dana;
13. Que hubo muchas personas fallecidas días después de la tragedia en Hospitales, fruto de neumonías y otras enfermedades producidas por los gases tóxicos de los barros, que tampoco llegaron a sumarse al número total de las víctimas de la Dana;
14. Que hubo muchas casas que se construyeron en zonas de riesgo, sin haber un informe de impacto ambiental negativo de riesgo por crecidas y riadas.
Otras realidades de catástrofes recientes que apoyan la tesis propuesta.
1. Que, como en Filomena en Madrid, la Delegación de Gobierno en Madrid negó la ayuda del ejército en determinados sitios vulnerables como Cañada Real, alegando que estas fuerzas de rescate no entraban en zona de conflicto. Ello generó muchas llamadas a la Fundación Madrina de familias de la Cañada pidiendo ayuda SOS, debiendo la entidad, junto a la policía municipal, auxiliar a familias que no podían salir de sus casas por acumulación de nieve, con frío, hambre, enfermedades, y auxiliar a recién nacidos en esas fechas (Fuentes oficiales);
2. Que, al igual que ha ocurrido en la DANA, en Filomena de Madrid, y días después de no recibir ayuda del Estado, tan solo se veía la ayuda de máquinas quitanieves y otras maquinarias pesadas y personal, procedentes de las comunidades afines al partido político que gobernaba en el Ayuntamiento de Madrid (Fuentes oficiales);
3. Que, al igual que en la Dana, en la Pandemia del Covid-19, las alertas y decisiones sanitarias y de emergencia se gestionó tan solo con decisiones políticas y no médicas o técnicas, al no existir comité de expertos (Fuentes oficiales);
4. Que, al igual que en las catástrofes anteriores, en un recién terremoto de un país vecino, donde sí se mandó a los bomberos y unidades expertas en rescates al día de la tragedia, el gobierno local del país vecino retuvo y paralizó a las unidades durante 3 días, sin permitir su auxilio a la población, por lo hubo más muertos que no pudieron ser rescatados en las primeras 24-72 h vitales para la supervivencia (Fuente bomberos voluntarios de Madrina).