Los riesgos para la salud infantil comienzan antes del nacimiento, con un seguimiento inadecuado del embarazo y mala nutrición materna. La estabilidad emocional y sociosanitaria de la madre es crucial para el desarrollo del niño. 

En países pobres y en conflicto, el tráfico de menores para adopciones ilícitas y órganos es un problema creciente, aumentando el número de niños huérfanos. Las guerrillas y el narcotráfico explotan a los niños vulnerables, mientras el aborto selectivo por sexo sigue siendo un grave problema. La violencia infantil se agrava con el consumo de sustancias adictivas por parte de los padres. La migración masiva en países occidentales genera pobreza extrema y condiciones insalubres para los niños, incrementando su morbimortalidad. La respuesta a la pobreza extrema con servicios sociales insuficientes resulta en la institucionalización de niños, sin garantizar sus derechos fundamentales.