«Los niños, nuestro tesoro, protejamos su Hábitat»
Madrid, [Fecha: 06 de octubre de 2025] – En el marco del Día Internacional del Hábitat, Fundación Madrina eleva una demanda crucial a la sociedad y las instituciones: la necesidad imperante de proteger y garantizar el seno materno como un «Hábitat Neuro-Seguro» que determine el correcto desarrollo neurobiológico y afectivo de cada menor.
La evidencia científica es contundente: el vientre materno no es solo un refugio físico, sino el primer y más influyente entorno de programación para la salud futura del ser humano, un proceso que se extiende más allá del nacimiento.
El vientre materno: cuna del Neurodesarrollo
El desarrollo del Sistema Nervioso Central (SNC) es un proceso prolongado y fundamental que se inicia muy temprano en el embrión, con el cierre del tubo neural alrededor de la sexta semana de gestación.
El primer trimestre marca un Periodo Fetal Crítico donde se forman las principales estructuras corporales y el SNC, con una acelerada proliferación, migración y diferenciación neuronal. Es crucial entender que, si bien órganos vitales como los pulmones son de los últimos en alcanzar la maduración suficiente para la vida extrauterina, el SNC tiene una maduración prolongada.
A diferencia de la creencia popular, no «cierra» al nacer; la mielinización axonal culmina en la adolescencia. No obstante, los dos primeros años de vida postnatal son una ventana de tiempo de intensa sinaptogénesis donde el cerebro triplica su peso, siendo vital para la adquisición de destrezas cognitivas y motoras. De hecho, el proceso de afinación de funciones complejas, como la corteza prefrontal (encargada de la planificación y toma de decisiones), no culmina hasta los 25 o 30 años, según el Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU. (NIMH).
La Triada de la Salud Neuro-Afectiva: “Genética, Epigenética y Entorno”
El desarrollo de las cruciales «autopistas neuronales» del menor es un complejo proceso biológico o “tapiz biológico” y ambiental, influenciado por una triada esencial.
En primer lugar, intervienen la Genética y la Epigenética: la gestación se considera la principal ventana epigenética, donde el ambiente intrauterino tiene la capacidad de modular la expresión génica sin alterar la secuencia del ADN. En este sentido, la alimentación saludable de la madre no solo suministra los nutrientes necesarios, sino que también activa o desactiva genes fundamentales relacionados con el metabolismo y el desarrollo cerebral.
En segundo lugar, y tras el parto, la alimentación y el vínculo postnatal son decisivos. La lactancia natural y una nutrición adecuada se complementan con el vínculo de apego seguro, que se establece mediante el contacto piel con piel, las caricias y la cercanía, elementos que son vitales para la estabilización del recién nacido, el correcto desarrollo afectivo y el pleno fomento de sus potencialidades cerebrales.
Impacto devastador de las Perturbaciones Ambientales
Cualquier factor que rompa la seguridad y el equilibrio del hábitat materno se convierte en un riesgo para el correcto neurodesarrollo y la salud neuropsíquica del menor.
Investigaciones científicas, como estudios realizados por la Universidad de Granada, demuestran que altos niveles de estrés psicológico materno, derivados de presiones, angustias, trauma, accidentes, malnutrición o situaciones de guerra, pueden alterar biomarcadores clave (cortisol, dopamina, serotonina) (5.2) e incluso dejar huellas epigenéticas en la placenta.
Estudios con primates Rhesus evidenciaron que el estrés continuado en la madre durante el embarazo resultaba en crías con retraso psicomotor y menor capacidad de atención. El ambiente de tranquilidad y seguridad en el embarazo es un requisito directo para el bienestar fetal.
Fundación Madrina: por un “Derecho al Hábitat Materno Seguro”
La Fundación Madrina trabaja acogiendo, acompañando y protegiendo a la maternidad más vulnerable, velando por un «Hábitat Materno Seguro» que permita la formación de un vínculo de apego seguro y garantice el derecho al nacimiento en condiciones saludables.
La entidad exige la declaración formal del Seno Materno como Hábitat Seguro para el menor. Esta declaración implica que la madre debe ser protegida integralmente a nivel social y legal, garantizando sus derechos efectivos a la Salud y Alimentación mediante el acceso a dietas saludables y atención médica preventiva de calidad. Asimismo, se deben asegurar la Vivienda y Empleo para alcanzar una indispensable estabilidad económica y habitacional, pilares contra la precariedad. Y, adicionalmente, se debe proveer apoyo para la gestión de Emociones Positivas y Formación, ofreciendo soporte psicológico y herramientas para mitigar el impacto del estrés y el trauma durante el embarazo.
Solo blindando estos derechos se conseguirá el entorno óptimo que el desarrollo neurobiológico y afectivo del futuro ciudadano requiere. Además, sanitariamente, la Fundación Madrina añade el «Derecho de Paciente» del menor en el seno materno, para que muchos bebés puedan ser atendidos clínicamente en su propio Hábitat, reconociendo el útero como el lugar donde la vida debe ser protegida con la máxima prioridad.
Solo protegiendo el hábitat materno en su triple dimensión (física, nutricional y emocional) aseguraremos el equilibrio y la salud de nuestros niños en su infancia y adolescencia.
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