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Fundación Madrina

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En imágenes: así luce el epicentro de la dana un año después de la tragedia

En imágenes: así luce el epicentro de la dana un año después de la tragedia La Fundación Madrina ha acompañado durante el 2025 la recuperación de municipios valencianos como Alfafar, Paiporta, Benetúser, Masanasa, Sedaví, Algemesí y otros golpeados por la peor gota fría del siglo en España el 29 de octubre de 2024. En algunas localidades la recuperación es notoria: las calles están limpias, las fachadas arrancadas por la fuerza del agua han vuelto a cementarse y muchos comercios inundados han abierto la persiana. En otras zonas menos visibles, la dana pasó, pero nunca llegaron las soluciones. En el barrio El Raval, en Algemesí, el colegio permanece cerrado, el único parque infantil está devorado por la maleza y el polideportivo luce completamente inoperante.  Estas imágenes muestran el panorama actual de aquellos lugares devastados por la dana. Son retratos de lo que ha cambiado desde entonces y de lo que no. Esta fue la primera imagen que se encontró la Fundación Madrina al llegar a Valencia tras el paso de en 2024. La Avenida del Mediterráneo, en Alfafar, se convirtió en un embudo de coches que, en las posiciones más surreales, entorpecieron las labores de búsqueda e impidieron el paso a algunos edificios. La limpieza de la autovía semanas. Un año después, la calle luce limpia, si bien la marca del nivel del barro se mantiene indeleble en las paredes más arriba de las cabezas. La mayoría de sus bajos han sido reconstruidos. Vista desde el Pont Nou, en Paiporta –el municipio con más víctimas de la dana–, hacia el municipio de Sedaví. El cruce permanece en obras, un año después de la peor gota fría del siglo en España. Las grandes piedras en la canalización son las cicatrices más visibles de la riada, mientras que en la pendiente de los barrancos empieza a crecer la maleza sobre el fango. En Alfafar, se han limpiado las vías, pero no se ha reconstruido el único parque infantil, no ha reabierto el centro de mayores y algunas aulas permanecen cerradas. Familias del lugar sienten que la convivencia en el barrio se ha resentido en el último año, no solo por la falta de infraestructuras públicas, también por el golpe anímico después de la tragedia. Algunos hogares, que han tenido que pagar reformas de más de 70.000 euros, continúan la batalla contra la humedad que intenta carcomer las entrañas de las viviendas. El centro de mayores Sanchis Guarner sirvió en las semanas inmediatas a la dana como un centro de acopio masivo, coordinado por vecinos y voluntarios que canalizaban la solidaridad que llegaba desde diferentes rincones del país hacia los vecinos afectados de Alfafar. El césped ha reverdecido lo que antes fue un caos de metales retorcidos. Los coches fueron arrastrados con tal fuerza por el agua que algunos terminaron a kilómetros de donde habían sido estacionados. La Parroquia de San Ramón Nonato en Paiporta trascendió como una de las fachadas más recordadas de la dana de Valencia. Su capilla subterránea quedó totalmente hundida en el fango. En la planta baja el agua llegó a los dos metros, como lo certifica una placa en recuerdo al 29 de octubre. Este lugar sirvió de refugio y abastecimiento a las familias del municipio. Bajo la supervisión del padre Salvador Romero y con ayuda constante de organizaciones como Madrina, cientos de toneladas de ayuda llegaron a manos de los más damnificados por el temporal. La familia López en Alfafar ha luchado por resurgir después de que la dana arrasara su casa en Alfafar. En mayo de 2025, siete meses después de la dana, regresaron totalmente a la vivienda, tras múltiples reformes. “Se nos cayó el piso dos veces”, recuerda Irina, la madre. Debajo de la habitación matrimonial, han construido una cámara de aire, donde tres ventiladores industriales y dos deshumidificadores funcionan las 24 horas para combatir la humedad aún presente en las paredes, donde los medidores indican hasta un 90%.    La humedad no solo arrasó suelos y paredes, sino también mobiliario, electrodomésticos y recuerdos. La recuperación durante el primer año de la dana ha estado marcada por las reformas a los pisos, la atención psicológica y la reconstrucción de la identidad del hogar. Fundación Madrina ha acompañado con víveres esenciales y electrodomésticos a familias que lo han perdido todo. Lavadoras, microondas, licuadoras, frigoríficos, estufas y hasta tabletas han sido donados en Madrid y posteriormente repartidos en el núcleo de la tragedia en Valencia. En Algemesí, uno de los últimos municipios golpeados por la dana, la normalidad está lejos de reflejarse en las calles. Lugares esenciales como la escuela, el polideportivo o el único parque infantil nunca fueron rehabilitados. Las casas de dos plantas de la avenida de Carlet, que transcurre paralela al río magro, que se rebosó el 29 de octubre de 2024, están casi todas inhabitables. Entre el rastro de escombros, documentos, y mobiliario podrido, viven habitantes de calle y okupas que han tomado los inmuebles hasta que sean derruidos por la Administración.  El único parque infantil que tenía el barrio El Raval, en Algemesí, ha desaparecido. Después de la dana, la maleza ha crecido tanto como la basura al rededor de los juegos. A los pocos niños que aún van, “los pican los mosquitos”, se ha quejado un padre que acompañaba a su hijo en el columpio. Las mujeres, que antes se reunían en este lugar para entretenerse mientras los pequeños jugaban, también sufren la ausencia de una respuesta estatal para la población.

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