Comunicado por el Día de los Derechos Humanos (10D)
En este 10 de diciembre, Día Universal de los Derechos Humanos, la Fundación Madrina denuncia con urgencia y dolor la crisis global que afecta a continentes como Europa del Este, África, Asia, China e Hispanoamérica, muchas veces permanece oculta.
Según el presidente de la Fundación Madrina “en 2025, se está incrementando la muerte, la violencia, la tortura, el secuestro, la mutilación, la desaparición y la esclavitud forzada de miles de personas —con particular brutalidad hacia mujeres, madres y niños— en zonas atrapadas por conflictos, persecuciones religiosas, trata de personas y crimen organizado, incluso por narcoEstados”.
Ante el aumento de asesinatos masivos, mutilaciones, desapariciones forzadas, explotación y y restricciones severas a libertades fundamentales como la religiosa y la de expresión desposesión, reclutamiento de menores, esclavitud, trata de personas, violencia sexual sistemática, constituye un quebrantamiento grave y continuado del orden jurídico internacional y consecuentemente una crisis sin precedentes de derechos humanos, lo que exige reconocimiento, condena internacional y acciones urgentes.
Como indica el presidente de la Fundación “sabemos que ahora Rusia no hace prisioneros civiles, incluido niños; en África se mata y quema vivo a cristianos, muchos de ellos niños, al igual que el uso de niños para rituales religiosos; y en América y Asia, los estados y las mafias se financian con droga y trata de personas, especialmente niños”. Ante todo ello, la comunidad internacional está obligada no solo a reconocer la magnitud de estas violaciones, sino también a adoptar medidas inmediatas y eficaces, en cumplimiento del deber de prevención del genocidio, de la prohibición absoluta de la tortura, del principio de responsabilidad de proteger (R2P) y de las obligaciones -erga omnes- relativas a la protección de la dignidad humana.
Panorama mundial: cifras alarmantes 1/5 niños viven en escenarios de conflicto
El panorama internacional actual evidencia un deterioro grave y sistemático de los derechos humanos, particularmente en lo relativo a la protección de la infancia, las mujeres y la población civil en contextos de conflicto armado. De acuerdo con los datos más recientes, en 2024 aproximadamente 520 millones de niños residían en zonas afectadas por hostilidades, lo que supone casi un quinto de la población infantil mundial y configura un escenario de vulneración estructural de derechos reconocidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, especialmente en sus artículos relativos a la vida, la supervivencia, el desarrollo y la protección frente a cualquier forma de violencia.
Durante ese mismo año, se documentaron 22.495 casos de violaciones graves contra menores, incluidos asesinatos, mutilaciones, reclutamiento forzoso, violencia sexual y la obstrucción deliberada de asistencia humanitaria. Estos actos constituyen infracciones flagrantes del Derecho Internacional Humanitario (DIH), de la prohibición absoluta de reclutamiento de niños soldados establecida en el Protocolo Facultativo de la CDN, y de normas exigidas por el ius cogens —también denominado normas imperativas del Derecho Internacional— que proscriben la tortura, la esclavitud y los tratos crueles, inhumanos o degradantes.
La escalada de violencia contra la población civil ha alcanzado dimensiones especialmente preocupantes. Entre 2023 y 2024 se registraron cerca de 21.480 mujeres y 16.690 niños muertos en conflictos armados, lo que representa un incremento de cuatro veces respecto a periodos anteriores. Estas cifras indican el incumplimiento reiterado de los principios de distinción, proporcionalidad y precaución del DIH, y refuerzan la necesidad de exigir responsabilidades penales internacionales a actores estatales y no estatales, conforme al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
A nivel global, en 2024 se identificaron al menos 37 conflictos armados activos, con una concentración significativa en África, Asia-Pacífico y Oriente Medio. En muchos de estos escenarios, más de 204 millones de personas viven bajo control o influencia de grupos armados, sin garantías efectivas de protección y expuestas a desplazamientos forzosos, violencia indiscriminada, explotación y violaciones masivas de derechos fundamentales, en contravención de los artículos 3 y 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como de los convenios internacionales contra la esclavitud y la trata de seres humanos.
El fenómeno de la trata de personas, especialmente de mujeres y niños, constituye uno de los delitos transnacionales más graves y en expansión. En 2022, los menores representaron el 38 % de las víctimas identificadas, una proporción que casi triplica las cifras de 2004. Las niñas continúan siendo objeto principalmente de explotación sexual —en una proporción cercana al 60 %— mientras que los niños son utilizados para trabajos forzados, explotación criminal o servidumbre. Estas prácticas vulneran de manera directa la Convención de Palermo y sus Protocolos, además de comprometer la responsabilidad de los Estados de prevenir, investigar, sancionar y reparar, conforme al derecho internacional.
Genocidio silencioso, persecución religiosa, criminalización de la vida
Muchas de estas víctimas —sobre todo cristianos perseguidos, mujeres, madres y niños— sufren lo que puede considerarse un genocidio silencioso: “la eliminación sistemática de personas y niños por motivos religiosos, étnicos o de vulnerabilidad, el uso de matanzas de niños para rituales religiosos, la negación del derecho a la vida, a la libertad religiosa, a la integridad física, a la libertad de expresión, al libre desarrollo de la persona, y al derecho a no ser sometido a torturas, esclavitud o explotación”.
En África, Oriente Medio, en zonas de conflicto en Ucrania, y otras regiones, se documentan secuestros, asesinatos, desplazamientos, trata sexual, tráfico de órganos y reclutamientos forzosos de menores, muchas veces con complicidad de redes criminales o grupos armados extremistas.
Estos actos violentan gravemente los derechos fundamentales universales recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) y en múltiples tratados internacionales de protección de los derechos del niño, la mujer y las personas vulnerables.
Medidas urgentes para prevenir y erradicar la muerte de niños y madres
Millones de mujeres, madres y niños sufren hoy el horror de la guerra, la persecución y la violencia sistemática. Genocidios, desapariciones, torturas, esclavitud y explotación les arrebatan la vida, la dignidad y el futuro, mientras el mundo observa en silencio.
No podemos permitir que la impunidad continúe. Los crímenes de guerra, los genocidios y la trata de personas deben ser sancionados de manera inmediata, porque cada víctima es un rostro que clama justicia y cada silencio es cómplice de la barbarie.
Las mujeres y los niños en zonas de conflicto necesitan protección real: refugios seguros, corredores humanitarios, acompañamiento integral y atención prioritaria a madres embarazadas y desplazados. Cada vida salvada es una victoria de la humanidad y un mensaje de esperanza.
Debemos actuar con ayuda humanitaria, educación en derechos humanos y sanciones efectivas. Por la vida, por la dignidad, por la paz. Que nunca más la violencia, la explotación o la indiferencia destruyan lo más sagrado: la humanidad de nuestros niños, madres y familias.
- Reconocimiento público y declaración internacional del sufrimiento de víctimas civiles —particularmente mujeres, madres y niños— para visibilizar genocidios, persecuciones religiosas y graves violaciones a los derechos humanos.
- Refuerzo del derecho internacional humanitario (DIH) y garantía de sanciones reales a los responsables de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, genocidio, trata, esclavitud, torturas, secuestros y desapariciones.
- Protección prioritaria a mujeres y menores en zonas de conflicto: corredores humanitarios, refugios seguros, programas de acompañamiento psicológico y social, especial atención a madres embarazadas y niños desplazados.
- Refuerzo de los mecanismos de detección, denuncia e investigación de trata de personas —especialmente de menores— y explotación sexual, laboral o de órganos. Impulsar cooperación internacional, coordinación policial, judicial, aduanera, migratoria y social.
- Educación, sensibilización y formación sobre derechos humanos, libertad religiosa, dignidad de la persona, igualdad y respeto por la vida y la familia; en comunidades vulnerables, escuelas, iglesias, ONG, medios de comunicación.
- Protección de la libertad religiosa y de expresión: denunciar persecuciones, garantizar refugio o asilo a víctimas, defender el derecho a practicar la fe sin miedo, y preservar el pluralismo religioso.
- Ayuda humanitaria robusta y sostenida: financiación suficiente, apoyo médico, psicológico, de emergencia y de reubicación para víctimas de conflictos, violencia, desplazamiento, trata o persecución.
- Acción diplomática, presión internacional y sanciones efectivas sobre Estados, grupos armados o mafias responsables de genocidios, trata y crímenes contra la humanidad; respaldo a resoluciones de organismos internacionales.
- Protección de defensores de derechos humanos, periodistas, testigos y víctimas: garantizar su seguridad, integridad, visibilidad pública, y acceso a justicia.
- Compromiso global de reconstrucción, reconciliación y paz, con programas de reintegración de sobrevivientes, restitución de derechos, memoria, educación y prevención para garantizar que “nunca más” se repitan estas atrocidades.
Madrina invita a actuar para evitar más muertes de niños y madres inocentes
Este 10 de diciembre —día consagrado a los derechos humanos universales— se debe empezar a actuar con determinación. Invitamos a gobiernos, estados, comunidades religiosas, organizaciones de la sociedad civil, ciudadanos de buena voluntad, a alzar la voz, proteger a los vulnerables, rescatar a los más débiles, visibilizar a las víctimas y exigir justicia, dignidad, libertad y paz.
No es un problema remoto, no es una noticia pasajera: es una emergencia constante, donde el silencio significa complicidad y la indiferencia, muerte. Que este día sea un punto de inflexión: que la comunidad internacional declare, coordine, proteja, prevenga y acompañe. Que la dignidad humana —especialmente la de las madres, los niños, las familias perseguidas— sea defendida con coraje, leyes y solidaridad real.
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